Décima séptima parte PRIMERA GUERRA MUNDIAL DIA A DIA por Carlos Enrique Fonseca Sánchez
En Viena el gobierno estaba muy indeciso de las medidas a tomar, necesitaba el respaldo de Alemania; habían dos bandos alrededor del káiser austriaco, uno el indeciso del canciller Berchtold y el otro el belicista del general von Hötzendorf jefe del ejército imperial. Además era inevitable que el juego de alianzas en Europa (la Triple Alianza contra la Triple Entente) podría generar una guerra a escala, por lo que se esperaba que las gestiones de diplomacia lo evitaran como lo habían hecho en los años pasados con las crisis de Marruecos (1906) y de los Balcanes (1912). Austria quería que las grandes potencias dejaran que los austrohúngaros atacasen Serbia sin interferencias y que la diplomacia austro-alemana evitara la intervención militar de Rusia. Era sabido que una intervención rusa en favor de Serbia implicaba que inmediatamente Francia, como aliada de Rusia, interviniera en la guerra. Así mismo por las rivalidades comerciales, la amistad alemano-británica estaba muy lastimada, a pesar de que sus gobernantes eran parientes (pero el káiser alemán siempre buscaba burlarse de su primo el rey de Inglaterra) y para evitar que Gran Bretaña apoye a Francia era necesario que la diplomacia alemana procure la neutralidad de Londres.
Lo sucedido en un día como hoy, el 5 de julio fue lo siguiente:
El "representante especial" austriaco conde Hoyos se reúne con el káiser de Alemania, Guillermo II y entrega las cartas enviadas por el gobierno austriaco.
El canciller alemán Theobald von Bethmann-Hollweg envió una nota a Viena respaldando las “acciones” que tome Austria, que fue recibido como un “cheque en blanco” para una futura guerra contra Serbia: “Su Majestad, el emperador alemán se encuentra, en concordancia con sus obligaciones de aliado y viejo amigo, leal y valiente al lado de Austria”.
Es decir, el Kaiser alemán promete a Austria-Hungría cumplir con su alianza en caso de guerra y asegura a este imperio de su "fiel apoyo" si las acciones contra Serbia traían una respuesta rusa. El Kaiser estaba convencido de que Rusia y Francia no estaban preparadas para la guerra.
Los principales líderes políticos y militares alemanes (como Bethmann-Hollweg, Erich von Falkenhayn, etc.) y austriacos se reúnen en una Conferencia en Potsdam, donde discuten las posibilidades de una futura guerra contra Rusia, Serbia y Francia. Se llega a la conclusión de que si estallara una guerra general, esto beneficiaría más a Alemania que a sus enemigos.
El gobernador de Bosnia-Herzegovina Potiorek informa a gobierno de Viena que en base a nuevos interrogatorios a los asesinos, ha identificado al militar serbio que impartió las instrucciones a los ejecutores del magnicidio: el mayor Voja Tankosic (él era el brazo derecho de Apis, el líder de Mano Negra y era el que en enero de 1914 había reunido en Marsella por primera vez, a los implicados en el atentado, donde se decidió a quien atacarían).
El belicoso jefe del ejército austriaco Conrad von Hötzendorff pide la movilización del ejército, pero el anciano Emperador Francisco José no acepta por el momento la petición.
Se cumple una semana del magnicidio, sin que pareciera que la catástrofe esté a punto de desatarse.
En Viena el gobierno estaba muy indeciso de las medidas a tomar, necesitaba el respaldo de Alemania; habían dos bandos alrededor del káiser austriaco, uno el indeciso del canciller Berchtold y el otro el belicista del general von Hötzendorf jefe del ejército imperial. Además era inevitable que el juego de alianzas en Europa (la Triple Alianza contra la Triple Entente) podría generar una guerra a escala, por lo que se esperaba que las gestiones de diplomacia lo evitaran como lo habían hecho en los años pasados con las crisis de Marruecos (1906) y de los Balcanes (1912). Austria quería que las grandes potencias dejaran que los austrohúngaros atacasen Serbia sin interferencias y que la diplomacia austro-alemana evitara la intervención militar de Rusia. Era sabido que una intervención rusa en favor de Serbia implicaba que inmediatamente Francia, como aliada de Rusia, interviniera en la guerra. Así mismo por las rivalidades comerciales, la amistad alemano-británica estaba muy lastimada, a pesar de que sus gobernantes eran parientes (pero el káiser alemán siempre buscaba burlarse de su primo el rey de Inglaterra) y para evitar que Gran Bretaña apoye a Francia era necesario que la diplomacia alemana procure la neutralidad de Londres.
Lo sucedido en un día como hoy, el 5 de julio fue lo siguiente:
El "representante especial" austriaco conde Hoyos se reúne con el káiser de Alemania, Guillermo II y entrega las cartas enviadas por el gobierno austriaco.
El canciller alemán Theobald von Bethmann-Hollweg envió una nota a Viena respaldando las “acciones” que tome Austria, que fue recibido como un “cheque en blanco” para una futura guerra contra Serbia: “Su Majestad, el emperador alemán se encuentra, en concordancia con sus obligaciones de aliado y viejo amigo, leal y valiente al lado de Austria”.
Es decir, el Kaiser alemán promete a Austria-Hungría cumplir con su alianza en caso de guerra y asegura a este imperio de su "fiel apoyo" si las acciones contra Serbia traían una respuesta rusa. El Kaiser estaba convencido de que Rusia y Francia no estaban preparadas para la guerra.
Los principales líderes políticos y militares alemanes (como Bethmann-Hollweg, Erich von Falkenhayn, etc.) y austriacos se reúnen en una Conferencia en Potsdam, donde discuten las posibilidades de una futura guerra contra Rusia, Serbia y Francia. Se llega a la conclusión de que si estallara una guerra general, esto beneficiaría más a Alemania que a sus enemigos.
El gobernador de Bosnia-Herzegovina Potiorek informa a gobierno de Viena que en base a nuevos interrogatorios a los asesinos, ha identificado al militar serbio que impartió las instrucciones a los ejecutores del magnicidio: el mayor Voja Tankosic (él era el brazo derecho de Apis, el líder de Mano Negra y era el que en enero de 1914 había reunido en Marsella por primera vez, a los implicados en el atentado, donde se decidió a quien atacarían).
El belicoso jefe del ejército austriaco Conrad von Hötzendorff pide la movilización del ejército, pero el anciano Emperador Francisco José no acepta por el momento la petición.
Se cumple una semana del magnicidio, sin que pareciera que la catástrofe esté a punto de desatarse.
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