LA PRIMERA
GUERRA MUNDIAL DIA A DIA
por Carlos Enrique Fonseca Sánchez
24 DE JULIO
Este día es el último
en 1914, donde hubo paz, a partir de los hechos y negociaciones que se
efectuaban febrilmente en todas las capitales, esta palabra quedo relegada
hasta los próximos 4 años.
El Primer
Ministro de Serbia, Pasich retorna a Belgrado y se reúne primero con el encargado de la
embajada rusa tras la muerte de Harwig, Strandmann, confirmando el apoyo ruso y
luego con su consejo de ministros hasta la noche sin llegar a una decisión,
telegrafiando en la mañana a San Petersburgo avisando del Ultimátum austriaco.
La población en
Belgrado pide la guerra contra Austria y el príncipe-Regente Serbio Alexander
pidió apoyo militar al Zar de Rusia, en tanto se ordenaba la movilización del
ejército en todo el país. El gobierno y la familia real empiezan su traslado de
Belgrado al interior del país.
voluntarios serbios van a alistarse en el ejercito |
El canciller
alemán Bethmann-Hollweg transmite a las potencias de la Entente el apoyo alemán
a su aliado.
En Gran Bretaña,
el embajador francés en Londres advierte al secretario del Foreign Office (Relaciones Exteriores) británico Sir Edward
Grey que el tiempo apremia, y éste propone a Alemania que ambos países, junto
con Francia e Italia, intenten mediar en el conflicto y soliciten un
aplazamiento del límite temporal fijado por el ultimátum.
secretario del Foreign Office (Relaciones Exteriores) británico Sir Edward Grey |
El Secretario
Grey poco después alarmado seriamente por la situación dice: ".. nunca
antes visto un estado a otro estado independiente enviar un documento de un carácter
tan formidable".
A pesar de esto
Gran Bretaña se negó a unirse a Francia y Rusia en una declaración conjunta de
solidaridad de la Entente. Esto llevó a Alemania a creer que Gran Bretaña se
mantendría al margen de un conflicto general.
El gabinete
británico se reunió para discutir la delicada cuestión irlandesa, al fracasar
el Irish Home Rule.
En Austria-Hungría,
el gobierno de Austria informó a los otros poderes del Imperio, el contenido de
su nota a Serbia. El primer ministro húngaro, el conde Tisza, rechazó de manera
secreta el ultimátum a Serbia y trató de prevenir al emperador Francisco José
sobre las consecuencias de un ataque sobre Serbia. Él estaba muy preocupado
porque el ataque sería seguido por la intervención rusa y esto llevaría a una
guerra mundial.
En Rusia, el
ministro de relaciones exteriores ruso Sazónov estaba conmocionado y exclamó:
"Esto significa una guerra europea". El zar Nicolás II convoca a un
consejo militar ruso en Krasnoe Selo, cerca de San Petersburgo, donde el
ministro Sazónov solicitó consentimiento del zar para declarar una movilización
parcial del ejército contra Austria-Hungría y se ordene que se efectúe en secreto,
dirigida exclusivamente a Austria-Hungría, no así a Alemania. Esto toma por
sorpresa al alto mando ruso, cuyos planes están preparados para una movilización
total, esto es, contra ambas naciones, pero que además tienen serios problemas
para hacerlo. Por la tarde se reúnen durante cinco horas el consejo de
ministros de Rusia y tras las palabras del primer ministro ruso Goremykin “es obligación del gobierno imperial
decidirse inmediatamente a favor de Serbia”, se resuelve apoyar a Serbia
aún si esto implica ir a la guerra y aún sin contar con las garantías del apoyo
británico; además acuerdan otros puntos como:
- Pedir a las
autoridades austriacas extender el período límite para resolver el ultimátum y
advertir a las autoridades serbias de que se abstuviesen de luchar e, incluso
que retirasen las tropas de sus fronteras.
- Insistir al zar
para declarar la movilización parcial, con la posibilidad de ampliarla a
general, según se desarrollasen los acontecimientos y proceder a retirar los
fondos existentes en Alemania y Austria-Hungría.
Sergei Sazonov, ministro de Relaciones Exteriores de Rusia |
Sazonov también
se reúne con los embajadores de Francia Paléologue y de Gran Bretaña, Buchanan,
estando totalmente de acuerdo, en que las “potencias germánicas” habían
decidido recurrir a la fuerza para asegurar su hegemonía; y que Gran Bretaña no
podía permanecer neutral. Buchanan, ante la presión, decidió que defendería con
firmeza ante Lord Grey, su jefe, la necesidad de oponerse a la arrogancia
germana.
Paléologue telegrafía
a Paris buscando la solidaridad de los aliados, pero los auténticos
destinatarios del telegrama (Poincare y Viviani) se hallan en el Golfo de
Finlandia, navegando a bordo del Acorazado “La France”, donde las noticias
llegan a piezas, pero lo suficientemente completas como para que Poincaré
también lo tenga muy claro: la gestión austríaca es ilegítima, las demandas de
Viena son obviamente inaceptables para Serbia, es más, suponen una violación
del derecho Internacional. La responsabilidad de todo es de los alemanes, que
deben encargarse de contener a su aliado austríaco
La Gaceta de la
Bolsa, de San Petersburgo, el 24 de Julio público:
“Austria se
engaña si cree que su ultimátum de ahora va a alcanzar el mismo resultado que
el de 1909, cuando Rusia, agotada momentáneamente, no pudo sostener a Servía
ante el atropello austríaco de entonces. La Rusia de ahora no podrá tolerar un
atentado contra Servia y su independencia”.
El periodismo de
San Petersburgo reflejaba los verdaderos sentimientos de la nación rusa. Desde
el primer instante del conflicto, era general el deseo de sostener a los
serbios, sabiendo que en años anteriores Serbia había tenido que acatar las
imposiciones de Austria, sin que Rusia pudiera ayudarla por el estado de
debilidad y desconcierto que dejo la fracasada guerra con Japón. Pero a pesar
de estas manifestaciones de la opinión pública, que exigían una movilización
inmediata sobre la frontera austriaca como respuesta al ultimátum, el gobierno
ruso mantuvo varios días una conducta prudente.
La prensa comenta el ultimatum austriaco |
Alemania y
Turquía comenzaron las negociaciones del Tratado de alianza en Estambul.
El embajador
alemán en Paris, presenta una nota verbal al gobierno francés afirmando que el
conflicto austro-serbio debía quedar localizado sin la intervención de las
grandes potencias, pues de no ser así habría que temer “consecuencias
incalculables”.
En la tarde, a la
altura de Malmoe en la costa sueca se cruzan el acorazado francés “France” con
Poincare abordo rumbo a Dunkerke, con el yate “Hohenzollern” con el káiser
Guillermo abordo que se dirigía a Kiel, a pesar de la atmosfera hostil que se
vivía, ambos jefes de estado se saludan desde los puentes de sus naves.
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