jueves, 24 de julio de 2014

 Trigésima cuarta parte  (34º envío)
LA  PRIMERA  GUERRA  MUNDIAL  DIA  A  DIA  por Carlos Enrique Fonseca Sánchez
24 DE JULIO
Este día es el último en 1914, donde hubo paz, a partir de los hechos y negociaciones que se efectuaban febrilmente en todas las capitales, esta palabra quedo relegada hasta los próximos 4 años.
El Primer Ministro de Serbia,  Pasich retorna a Belgrado y se reúne primero con el encargado de la embajada rusa tras la muerte de Harwig, Strandmann, confirmando el apoyo ruso y luego con su consejo de ministros hasta la noche sin llegar a una decisión, telegrafiando en la mañana a San Petersburgo avisando del Ultimátum austriaco.
La población en Belgrado pide la guerra contra Austria y el príncipe-Regente Serbio Alexander pidió apoyo militar al Zar de Rusia, en tanto se ordenaba la movilización del ejército en todo el país. El gobierno y la familia real empiezan su traslado de Belgrado al interior del país.
voluntarios serbios van a alistarse en el ejercito
Mientras el gobierno de Austria-Hungría informa a Gran Bretaña, Alemania, Francia, Rusia, Italia y al Imperio Otomano de su ultimátum a Serbia y notifica a Rusia que no tenía ninguna intención de anexar territorio Serbio. El canciller Berchtold anuncia que "cualquier aceptación condicional [del ultimátum], o una acompañada de reservas, será considerada como un rechazo".
El canciller alemán Bethmann-Hollweg transmite a las potencias de la Entente el apoyo alemán a su aliado.
En Gran Bretaña, el embajador francés en Londres advierte al secretario del Foreign Office  (Relaciones Exteriores) británico Sir Edward Grey que el tiempo apremia, y éste propone a Alemania que ambos países, junto con Francia e Italia, intenten mediar en el conflicto y soliciten un aplazamiento del límite temporal fijado por el ultimátum.
secretario del Foreign Office  (Relaciones Exteriores) británico Sir Edward Grey 
De todos modos, el gabinete británico está tan seguro de que la crisis no obligará a una intervención militar, inclusive casi todos los miembros del gabinete británico abandonan Londres para disfrutar serenamente del fin de semana. El gobierno británico aconseja al serbio que acepte de las condiciones todo lo que sea posible.
El Secretario Grey poco después alarmado seriamente por la situación dice: ".. nunca antes visto un estado a otro estado independiente enviar un documento de un carácter tan formidable".
A pesar de esto Gran Bretaña se negó a unirse a Francia y Rusia en una declaración conjunta de solidaridad de la Entente. Esto llevó a Alemania a creer que Gran Bretaña se mantendría al margen de un conflicto general.
El gabinete británico se reunió para discutir la delicada cuestión irlandesa, al fracasar el Irish Home Rule.
En Austria-Hungría, el gobierno de Austria informó a los otros poderes del Imperio, el contenido de su nota a Serbia. El primer ministro húngaro, el conde Tisza, rechazó de manera secreta el ultimátum a Serbia y trató de prevenir al emperador Francisco José sobre las consecuencias de un ataque sobre Serbia. Él estaba muy preocupado porque el ataque sería seguido por la intervención rusa y esto llevaría a una guerra mundial.
En Rusia, el ministro de relaciones exteriores ruso Sazónov estaba conmocionado y exclamó: "Esto significa una guerra europea". El zar Nicolás II convoca a un consejo militar ruso en Krasnoe Selo, cerca de San Petersburgo, donde el ministro Sazónov solicitó consentimiento del zar para declarar una movilización parcial del ejército contra Austria-Hungría y se ordene que se efectúe en secreto, dirigida exclusivamente a Austria-Hungría, no así a Alemania. Esto toma por sorpresa al alto mando ruso, cuyos planes están preparados para una movilización total, esto es, contra ambas naciones, pero que además tienen serios problemas para hacerlo. Por la tarde se reúnen durante cinco horas el consejo de ministros de Rusia y tras las palabras del primer ministro ruso Goremykin “es obligación del gobierno imperial decidirse inmediatamente a favor de Serbia”, se resuelve apoyar a Serbia aún si esto implica ir a la guerra y aún sin contar con las garantías del apoyo británico; además acuerdan otros puntos como:
- Pedir a las autoridades austriacas extender el período límite para resolver el ultimátum y advertir a las autoridades serbias de que se abstuviesen de luchar e, incluso que retirasen las tropas de sus fronteras.
- Insistir al zar para declarar la movilización parcial, con la posibilidad de ampliarla a general, según se desarrollasen los acontecimientos y proceder a retirar los fondos existentes en Alemania y Austria-Hungría.
Sergei Sazonov, ministro de Relaciones Exteriores de Rusia
Sazonov se reúne por separado con los embajadores de Austria, Conde Szappari y de Alemania, Conde Pourtales, para conversar sobre el Ultimátum y no puede llegar a nada terminando muy irritado en ambas reuniones.


Sazonov también se reúne con los embajadores de Francia Paléologue y de Gran Bretaña, Buchanan, estando totalmente de acuerdo, en que las “potencias germánicas” habían decidido recurrir a la fuerza para asegurar su hegemonía; y que Gran Bretaña no podía permanecer neutral. Buchanan, ante la presión, decidió que defendería con firmeza ante Lord Grey, su jefe, la necesidad de oponerse a la arrogancia germana.
Paléologue telegrafía a Paris buscando la solidaridad de los aliados, pero los auténticos destinatarios del telegrama (Poincare y Viviani) se hallan en el Golfo de Finlandia, navegando a bordo del Acorazado “La France”, donde las noticias llegan a piezas, pero lo suficientemente completas como para que Poincaré también lo tenga muy claro: la gestión austríaca es ilegítima, las demandas de Viena son obviamente inaceptables para Serbia, es más, suponen una violación del derecho Internacional. La responsabilidad de todo es de los alemanes, que deben encargarse de contener a su aliado austríaco
La Gaceta de la Bolsa, de San Petersburgo, el 24 de Julio público:
“Austria se engaña si cree que su ultimátum de ahora va a alcanzar el mismo resultado que el de 1909, cuando Rusia, agotada momentáneamente, no pudo sostener a Servía ante el atropello austríaco de entonces. La Rusia de ahora no podrá tolerar un atentado contra Servia y su independencia”.
El periodismo de San Petersburgo reflejaba los verdaderos sentimientos de la nación rusa. Desde el primer instante del conflicto, era general el deseo de sostener a los serbios, sabiendo que en años anteriores Serbia había tenido que acatar las imposiciones de Austria, sin que Rusia pudiera ayudarla por el estado de debilidad y desconcierto que dejo la fracasada guerra con Japón. Pero a pesar de estas manifestaciones de la opinión pública, que exigían una movilización inmediata sobre la frontera austriaca como respuesta al ultimátum, el gobierno ruso mantuvo varios días una conducta prudente.
La prensa comenta el ultimatum austriaco
Continúan los movimientos revolucionarios de obreros en San Petersburgo.
Alemania y Turquía comenzaron las negociaciones del Tratado de alianza en Estambul.
El embajador alemán en Paris, presenta una nota verbal al gobierno francés afirmando que el conflicto austro-serbio debía quedar localizado sin la intervención de las grandes potencias, pues de no ser así habría que temer “consecuencias incalculables”.
En la tarde, a la altura de Malmoe en la costa sueca se cruzan el acorazado francés “France” con Poincare abordo rumbo a Dunkerke, con el yate “Hohenzollern” con el káiser Guillermo abordo que se dirigía a Kiel, a pesar de la atmosfera hostil que se vivía, ambos jefes de estado se saludan desde los puentes de sus naves.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario