lunes, 21 de julio de 2014

Vigésima novena parte  (29º envío)
LA  PRIMERA  GUERRA  MUNDIAL  DIA  A  DIA  por Carlos Enrique Fonseca Sánchez
19 DE JULIO       
En todos los países europeos los ánimos belicistas eran los que vivían en cada momento, la cautela de los gobiernos cada día era menor y las posiciones que tomaban hacían sentir cercano el estallido de una guerra, pero nadie pensaba en las terribles consecuencias que dejaría.
En Viena el consejo de ministros discute y aprueba la idea de presionar al gobierno serbio con un ultimátum, mostrándose todos favorables e inclusive de imponer medidas severas a Serbia, en una reunión en la que no se dedica un solo minuto a considerar la posibilidad de una intervención rusa; una vez puestos de acuerdo se apresuraron a mostrárselo al kaiser Francisco José, para que les dé su punto de vista. El canciller Berchtold cuenta en sus Memorias, la impresión que su soberano le dejó de aquella situación crucial:
“El emperador era plenamente consciente de la profunda gravedad, de la tragedia de éste momento histórico. Le era difícil tomar una decisión, ya que no dudaba de que sus consecuencias podían ser terribles, pero la tomó digno y sereno, y dio la orden de ejecución…”. Pero a pesar de la aprobación del Ultimatum por el káiser, este deliberadamente fue retenido durante cuatro días, por la visita que en estos días haría el Presidente francés Poincare al Zar Nicolás en San Petersburgo. Ellos no querían que Rusia y Francia discutan juntos los puntos del Ultimátum y así evitar una respuesta común
El gobierno Austro-húngaro estaba seguro que Serbia rechazaría su ultimátum y que la acción militar sería necesaria. Mientras tanto, ya han comenzado en secreto los preparativos para la movilización del ejército austro-hungaro. Dado el tiempo transcurrido, el gobierno alemán decide adoptar la estrategia de evitar la generalización del conflicto y restringirlo a un contexto puramente balcánico. Los embajadores de Francia y Gran Bretaña en Berlín comienzan a sospechar que Alemania ya conoce el contenido del ultimátum austrohúngaro.
El conde Pourtales, embajador de Alemania en Rusia y convencido adversario de la contienda, visitó al ministro de asuntos exteriores ruso, S.D. Sazánov, y le comunicó que dada la falta de acuerdo entre ambos gobiernos, al ejecutivo alemán no le quedaría otra alternativa que declararles la guerra. Más tarde el conde se lamentaba: “Quién podría prever que tuviera que abandonar San Petersburgo en estas circunstancias”.

La familia real rusa regresa de su crucero de verano a Petergof, preparando la próxima llegada del presidente francés planeada para el día siguiente, el 20.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario